Esta cita ha devuelto a Gibara al mapa de Cuba, y valores como su cocina, sus cuevas, sus playas y su gente se han revalorizado desde que hace años Solás escogiera a este poblado del oriente cubano como escenario de la más paradójica y loca de sus ideas: mostrar cintas de bajo presupuesto, cuando las suyas fueron superproducciones, si cabe el término en la industria cinematográfica cubana…