CubaPLUS Magazine

Con más de 50 discos y presentaciones en medio centenar de países, el afamado pianista, compositor y director musical trasciende fronteras sin dejar nunca de ser cubano

Para Jesús Dionisio &Chucho" Valdés haber ganado cinco premios Grammy no constituye una meta. Solo son satisfacciones entre muchas en su ya larga carrera como artista.

Hace años, cuando conquistaba su tercer lauro estadounidense, afirmó que entre las cosas que le daban alegría se encuentran los títulos de Doctor Honoris Causa de las universidades de Victoria, en Canadá, y de La Habana.

También mencionó como valiosos reconocimientos la medalla Félix Varela, otorgada por el Consejo de Estado de Cuba, y las llaves de las ciudades de San Francisco, Los &Aángeles, Madison y Neuilly, en Estados Unidos, y de Ponce, en Puerto Rico. Chucho ha significado que él no es de los que se encasillan en un solo género, aunque se le identifica como uno de los grandes contemporáneos del piano de jazz y director-fundador de ese hito musical llamado Irakere.

Hoy, tanto con su trío, como con su cuarteto o quinteto, constantemente se encuentra innovando, abierto a la gran diversidad de géneros musicales que existen en el mundo.

Nosotros lo que hacemos es una nueva versión que puede llamarse afro cuban jazz, que vale tanto como cualquier otro ritmo. Y mientras más géneros se abran, más cultos seremos y tendremos más posibilidades para triunfar", señaló.

Chucho asume los títulos académicos que posee —no muy recordados entre tantos éxitos interpretativos— como reconocimiento a la forja de nuevas generaciones de músicos.

Me siento como un padre feliz y tengo la confirmación de que el título de Doctor Honoris Causa no me lo han otorgado por gusto, es porque dicen que he ayudado al desarrollo de la cultura universal, no solamente de la cultura cubana", dijo en una ocasión.

Que es considerado maestro en muchos géneros, del jazz y la música clásica a la música popular bailable, lo demuestra el hecho de haber sido invitado a impartir conferencias magistrales en la Universidad de Banff en Canadá, la Real Academia de Música de Londres, el Centro de Altos Estudios de los &Aángeles y el de San Francisco, en California.

Experiencia única Hace casi tres lustros, en ocasión de compartir con él en su casa de entonces, en la barriada capitalina del Cerro, unos pocos amigos le sometieron a la prueba de tocar las piezas que se les ocurrían. Antes de terminar de pronunciar el título —de variados géneros, épocas y nacionalidades— Chucho comenzaba a interpretarlo. Mientras más rápidas eran las propuestas, a esa misma velocidad, sus manos volaban sobre las 88 teclas de un teclado Krog, acabado de adquirir.

Con una sonrisa casi tímida confesó entonces que todo lo que escuchaba desde pequeño, se le quedaba grabado en su mente y, aunque pasara mucho tiempo, le afloraba el tema con solo sentirse estimulado. Han pasado más de tres lustros de aquella experiencia y, como las piezas que conoce Chucho, no dejo de recordarla.

Y si a ello se le suma una dedicación total, el estudio sistemático, inquietudes cognoscitivas permanentes, profunda visión del arte en su vasta dimensión y un gran arraigo, respeto y amor por sus raíces, se comprenderá por qué Chucho Valdés es un fabuloso artista cubano universal.