Las aves silvestres, uno de los principales tesoros naturales de los ecosistemas terrestres y marinos, embellecen el entorno con sus cantos y colorido.
Una gran variedad habita en sabanas y bosques de la provincia de Ciego de &Aávila, ubicada a más de 420 kilómetros al este de La Habana.
Allí se reúnen aproximadamente unas 200 especies, incluyendo a la mayoría de las endémicas y las migratorias durante su residencia invernal.
Los ecosistemas de agua dulce y las ciénagas constituyen también hábitat de los plumíferos y según estudios realizados en esos frágiles lugares se han reportado cerca de 160 tipos de pájaros.
Mientras, una parte importante reside en las zonas costeras, en particular los manglares, áreas que ofrecen refugio y alimentación a esas especies, especialmente, las que arriban al archipiélago cubano a residir en el invierno o lo utilizan como tránsito en sus migraciones.
Los cayos del norte de la central provincia de Ciego de &Aávila resultan sitio ideal para la vida de muchas variedades de aves, porque son lugares que reúnen todas las condiciones para su alimentación y reproducción.
Ese conjunto, denominado Jardines del Rey, es el mayor de los cuatro archipiélagos que rodean a Cuba y sobresale por la diversidad de la flora y la fauna, la belleza de paisajes terrestres y marinos, así como por la conservación de los ecosistemas costeros.
Cubiertos de bosques, con predominio de árboles pequeños y mangle, y con más de 40 kilómetros de playas, los cayos Coco, Guillermo, Paredón Grande, Antón Chico y Media Luna, forman parte de la Reserva de la Biosfera Buenavista.
Bañados por las aguas del Mar Caribe y del océano Atlántico, los islotes refugian a más de 200 especies de aves de 14 géneros, entre migratorias, terrestres y endémicas, por lo que representan un gran potencial para el turismo de naturaleza en la zona.
Los cayos proporcionan cobija permanente o temporal a la avifauna, tanto para especies propias del territorio cubano como para otras que llegan desde tierras lejanas en busca de un clima cálido.
En ese entorno están inventariadas unas 230 variedades de plumíferos, más del 60 por ciento de las registradas en la Isla y una cifra significativa migratoria, debido a la existencia en la zona de un importante corredor internacional.
Gracias a su posición en el golfo de México, tales escenarios naturales se consideran punto vital para la residencia durante el invierno de aves nómadas, no solo para la permanencia en esa época, sino también para las que prefieran hacer una breve estadía y luego proseguir rumbo al sur del continente.
No obstante, hay otros pájaros viajeros que formaron comunidades permanentes en Cayo Paredón Grande, al encontrar condiciones para su reproducción y alimentación, como son el frailecillo silbador y el víreo de las Bahamas, ambas especies amenazadas por la restricción de sus hábitat en los lugares de origen.
Según el biólogo Antonio García, ese es el único lugar de Cuba donde existen esas dos especies de aves caribeñas, mientras que, al norte de los cayos Coco, Guillermo y Paredón Grande, se encuentra el sitio de nidificación de la gaviota más importante del Caribe, especialmente de las variedades gallego y monja prieta.
Cayo Coco, uno de los escenarios de más alta diversidad de aves, sobresale por tener una gran colonia de flamencos rosados, ave que fue calificada por el escritor Ernest Hemingway como &fea en detalle y a la vez perseverantemente bella".
La yaguaza criolla, ave endémica caribeña muy amenazada y considerada un target importante desde el punto de vista de la conservación también tiene su hábitat en esa ínsula, donde conviven, además, algunas joyas autóctonas de la isla como el cabrerito de la ciénaga, el cartacuba, el sinsontillo, el carpintero verde, el pechero, el sinsonte prieto y el gavilán batista, entre otras.
Perteneciente al Gran Humedal Norte de Ciego de &Aávila, habitan allí poblaciones de coco blanco o ibis blanco, el cual por su abundancia da nombre al islote; el negrito, el chichinguaco, el zunzún y muchos más.
Sin embargo, los pájaros carpinteros jabao, verde y escapulario disponen en toda la cayería de solo 16 ejemplares de palma real (árbol nacional de Cuba) para hacer sus nidos, agujeros que también sirven de guarida a otros 12 tipos de plumíferos, entre los que se incluyen el sijú y la siguapa.
En ese entorno, también prevalece una gran cantidad de corúa, ave que vive en la Bahía de Perros, zona que sirvió para la construcción del pedraplén (vía sobre el mar) que une a la cayería con tierra firme.
Actualmente, especialistas del Centro de Investigaciones de Ecosistemas Costeros de Cayo Coco (CIEC) centran los estudios en el víreo de las Bahamas, el cabrerito de la ciénaga y el sinsonte prieto por ser variedades muy expuestas a desaparecer, si no se les preserva el hábitat natural.
Por esos parajes está enclavado el destino turístico Jardines del Rey, uno de los más importantes de sol y playa del país, en el cual funcionan 25 hoteles con más de 9 700 habitaciones y una amplia red de instalaciones recreativas.
Es una de las razones para preservar la biodiversidad en la región mediante el monitoreo e implementación de planes de manejo, con vistas a observar la reacción de las aves frente a las construcciones turísticas.
Cada año llegan al balneario cubano miles de visitantes de diversas partes del mundo, quienes encuentran en la observación de aves un atractivo especial para convivir algunas horas en un entorno natural, al aire libre entre el canto y el colorido de sus plumajes.