Si Trump verdaderamente velara por el interés de los estadounidenses, o al menos del empresariado, en lugar de apretar aún más las oxidadas tuercas del bloqueo contra Cuba las engrasaría y dejaría que el capital hiciera el resto: un reciente estudio del Consejo Comercial y Económico Estados Unidos-Cuba indicó que la isla representaría para las aerolíneas y cruceros estadounidenses un mercado de mil millones de dólares sumadas las proyecciones de 2017, 2018 y 2019.
De acuerdo con los estimados, las líneas de cruceros superarán los 761 millones de dólares en ingresos brutos, al transportar a más de 570 mil pasajeros, mientras que las aerolíneas sumarán otros 228 millones de dólares. En la actualidad hay 335 itinerarios en cruceros a Cuba a cargo de Royal Caribbean, Carnival y Norwegian y otras líneas más pequeñas, cuyos viajes podrían aumentar con el incentivo necesario.
Dichos trayectos le reportarían a Cuba ganancias de 80 millones de dólares en gastos de pasajeros, más 21 millones de dólares en impuestos portuarios. El resto iría a empresarios de la Florida, punto de partida y llegada de los vuelos y cruceros a la isla, pero también de hoteles, restaurantes y servicios de transporte terrestre.
En mayo de 2016, el crucero Adonia de Fathom (filial de Carnival) fue el primero en llegar tras el acercamiento entre La Habana y Washington, pactado por los presidentes Raúl Castro y Barack Obama. Pero el antecesor de Donald Trump mantuvo el embargo, como insiste Washington en llamar al bloqueo, el cual fue recrudecido con la llegada a la Casa Blanca del magnate neoyorquino, quien incluso restringió los viajes.
Además, aconsejado sabrá Dios por quién, Trump firmó nuevas restricciones que incluyen la prohibición de realizar transacciones con algunas de las empresas más influyentes y poderosas de Cuba. O sea, existe un nicho sólido para hacer negocios, y en lugar de explotarlo, lo anatemiza… loco mundo…