Vuelve este 7 de abril la celebración por el Día Mundial de la Salud. En honor a la creación en 1948 de la Organización Mundial de la Salud, este año con el tema central Salud para todos y bajo el lema: “75 años mejorando la salud”.
Y no son meras redundancias sin sentido las expuestas en el párrafo anterior, pues se trata de un tema de vital importancia para los habitantes del planeta, y más después de haber atravesado, sin vencerla todavía, una cruenta pandemia ocasionada por el virus SARS-CoV-2, que ha cobrado la vida de millones de personas y causado severos daños a la economía y a las sociedades, sobre todo de las naciones menos desarrolladas.
Añadiendo que el acceso a la salud pública debe ser uno de los derechos humanos esenciales a preconizar por gobiernos y autoridades sanitarias, es un reclamo que todavía no se cumple en múltiples regiones del mundo.
Desde la segunda mitad del siglo XX, con la llegada de la Revolución, en Cuba la salud pública es un sector priorizado que ofrece atención profesional gratuita, incluida la realización de intervenciones quirúrgicas complejas, a todo el que lo necesite. Y a nivel nacional se ha garantizado una extensa cobertura de una red médica que funciona en pueblos, ciudades y lugares apartados. Hospitales, policlínicos, consultorios e instituciones relacionadas son parte del paisaje cotidiano en las comunidades.
Campañas muy completas de vacunación contra enfermedades prevenibles protegen a los niños cubanos y se eliminó una dolencia tan cruel y mortal como la poliomielitis.
En los últimos tiempos, en pleno desarrollo de la epidemia de COVID-19, talentosos y entregados científicos cubanos crearon tres vacunas propias que vienen protegiendo a la población cubana con gran eficacia. Fármacos que han sido también utilizados con idénticos resultados en otras naciones del mundo.
No es todo, a pesar de que por un lado el incremento del bloqueo económico dificulta el acceso a medicamentos vitales para la vida de personas, incluidos niños con enfermedades severas, la ciencia cubana ha seguido alcanzando resultados promisorios, recientemente en la obtención de un medicamento muy prometedor para el tratamiento de formas moderadas del Alzheimer, otros para combatir la propia COVID-19, el cáncer de pulmón y de piel, y posiblemente ya está muy cerca de alcanzar la ansiada y esperada vacuna tetravalente contra el dengue.
Después de un largo proceso que ha tenido que responder a las complejidades de una dolencia de la cual circulan cuatro serotipos del virus, hasta ahora algo imposible de solventar por la ciencia mundial, todo indica que la ciencia cubana tiene en sus manos un resultado bastante esperanzador no con uno, sino en dos candidatos vacunales, de los cuales uno de ellos estará puesto a prueba en un ensayo, en fechas cercanas.
Todo ello indica cuán importante ha sido la línea y la voluntad política de los cubanos en torno a la atención sanitaria del pueblo, un derecho humano que no se resquebraja por difíciles que sean los tiempos.