Unos la nombran Isla de las Iguanas pero la mayoría parece preferir llamarla Cayo Iguana, siempre haciendo mención de los originales y simpáticos “pobladores” de ese lugar paradisíaco perdido en las aguas del Mar Caribe, cerca de la histórica y bella urbe de Trinidad, al sur de Cuba.
Un territorio muy pequeño que también en apariencia flota en el área vecina a los fabulosos arenales de ensueño de Cayo Largo del Sur, famoso balneario cubano con muchos años de servicio con una confortable oferta turística.
Porque Cayo Iguana es una diminuta isleta situada aproximadamente a unas dos horas de viaje si se navega hasta allí desde la populosa Playa Ancón de Trinidad.
Aguas verdi-azules, el famoso tono turquesa admirado por los cubanos, rodean a esa porción casi ínfima de tierra donde hay un litoral o mejor dicho hermosa playa de arena blanca, una franja costera en general muy serena.
Sin asentamiento humano, las iguanas parecen haberse adueñado de ese mágico entorno, pues aunque viven también en otros cayos, allí su presencia es más abundante.
Según la ciencia son unos reptiles que vienen de la prehistoria, están lejanamente emparentados con los dinosaurios, y aunque se las considera feas e injustamente agresivas, en realidad son muy carismáticos y sociables, acostumbrados a estar cerca de las personas con una tranquilidad pasmosa.
Son todo un espectáculo con su apariencia de pergamino corrugado y acorazado por todos lados, como un atributo de su lenta evolución al presente, y eso les da un atractivo del que nadie escapa cuando están cerca. Suelen abrir su boca como si fuera a morder, pero nada, no atacan, salvo que las dañen. Y eso está prohibido por las estrictas leyes que por acá protegen a la fauna y la flora autóctona.
A propósito, la flora y la fauna de ese singular ecosistema tiene especies zoológicas autóctonas como la jutía cubana, un roedor con apariencia de ardilla si la avistas de lejos, aunque más pequeño.
Entre los más llamativos animales del fondo marino están las estrellas de mar, cangrejos y vistosos pececitos muy coloridos, fácilmente detectables en las inmersiones dentro de la barrera coralina prodigiosa cercana.
Los agentes de viaje promueven en ese entorno la práctica del snorkeling y el senderismo, y por supuesto, los baños de playa, dosificando la exposición al sol ardiente del Caribe.
Ese rinconcito es tan demandado que en la temporada alta es aconsejable reservar la excursión con previsión, pues las leyes conservadoras no admiten exceso de público y la oferta es limitada.
La excursión a Cayo Iguana suele durar un día completo y en la islita encontrará un restaurante rústico o ranchón expendedor de comidas y bebidas.
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