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Si deseas quedarte en Camagüey solo tienes que beber agua del tinajón

Por: CubaPLUS Magazine, fotos: Rodolfo Blanco Cué y José (Tito) Meriño
19 Aug 2024
Si deseas quedarte en Camagüey solo tienes que beber agua del tinajón

Camagüey, una de las ciudades más antiguas de Cuba, ostenta una de las más representativas leyendas citadinas que reza: “si bebes agua del tinajón en Camagüey te quedas”, pues tiene como origen la notable representatividad de ese panzudo y rojizo recipiente.

Pariente cercano de la vasija andaluza o el aljibe, y por el cual se le conoce a la urbe como la ciudad de los tinajones, señalan historiadores que este característico recipiente proliferó en la villa a partir de la abundancia de arcilla que encontraron los inmigrantes españoles al establecerse allí.

En esa localidad, cuyo segmento más antiguo de su centro histórico es Patrimonio Cultural de la Humanidad desde el 2008, el regordete tinajón camagüeyano, además de ser el símbolo de la demarcación, es uno de los objetos sobre el cual, a lo largo de los siglos, se tejió esa leyenda, parte de la idiosincrasia lugareña.

Según varios historiadores, en la otrora Villa de Santa María del Puerto del Príncipe, hoy Camagüey, se vio esa vasija, por vez primera en los albores del siglo XVII, importado desde la lejana España por los colonizadores de la isla de Cuba, particularmente por aquellos que procedían del sur de esa nación europea —por siglos bajo la conquista e influencia de los árabes—. Sin embargo, su más antigua descripción data del 1760.

02-camaguey-tinajon-1.jpgEmpleados para guardar granos, aceite y vino, rápidamente devino popular el recipiente en los típicos patios y jardines camagüeyanos por su uso para almacenar el agua de lluvia, pues el barro, materia prima muy abundante en esta demarcación, permitía conservar como ningún otro material la frescura del preciado líquido.

Una vez comenzaban las lluvias de primavera, mediante los sistemas de canales pendidos de los rojos tejados de barro cocido, primero de madera y con el tiempo de metal, se recolectaba el agua, recurso un tanto escaso por esas tierras ante la condición de suelos predominantemente secanos en toda la provincia.

Aunque entre los años 1863 y 1866 en Camagüey no fue el único lugar donde se fabricaron tinajones, pues existían otros alfareros en Sancti Spíritus y Santiago de Cuba, no había ningún centro productivo similar al principeño, aseveró el literato e historiador español Jacobo de la Pezuela y Lobo en su Diccionario geográfico, estadístico e histórico de la Isla de Cuba.

El intelectual habanero Antonio Bachiller y Morales, durante su visita a la villa en el año 1838 también escribió en sus memorias acerca de la barrigona vasija:

No abundan los aljibes; el agua se recoge en hermosas tinajas colocadas en los patios, por su gran cantidad contendrán cuatro o seis de ellas la cantidad de agua de un aljibe.

A mediados de ese mismo siglo ya se consideraba exagerada la existencia de los tinajones en los hogares lugareños, y gradualmente fue cesando su fabricación, pues solamente en 1900 existían ya en la Villa de Puerto Príncipe más de 16 000 unidades, dato obtenido mediante un inventario allí realizado por parte de las autoridades norteamericanas que ocupaban la isla, luego de culminar la guerra de Cuba contra España.

Otra de las profecías sobre este recipiente se apega un poco más al romanticismo, pues asegura que aquel joven que tome agua del tinajón, ha de enamorarse de una camagüeyana y permanecer eternamente en esa tierra.

Existe una anécdota que incluye al tinajón, específicamente una del 1875 cuando se desarrollaba la Guerra de los Diez Años contra la metrópoli española, y un soldado cubano del Ejército Libertador se escondió en el interior de uno de esos depósitos.

El valiente mambí huía de las fuerzas del orden, víctima de una delación, pues a pesar de la represiva situación visitó a un hijo enfermo cerca de la emblemática plaza de San Juan de Dios.

Bien pudiera afirmarse que la ciudad de Camagüey es de esas nombradas madres de quimeras, pues numerosas son las leyendas aquí surgidas.

Son muchas otras las interesantes historias que se entretejen desde el imaginario popular, y a través del tiempo llegan hasta nuestros días con la misma frescura e ingenio de sus orígenes.

Sin embargo, ahí inamovible permanece el tinajón camagüeyano, el cual no ha variado su concepción primigenia: voluminosa panza, líneas geométricas delimitadas y cresta destacada, o amigdaloide, siempre con el bostezo presente, un bostezo que traspasa el umbral de los siglos, y fresca agua ofrece a quien ande de paso por estas tierras, quizás con la intención oculta de ganar un lugareño más.

Entonces, sabiendo ya todo esto y hecha la invitación a esta ciudad ¿te atreverías a beber agua de tinajón?

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