A finales del siglo XIX, surge en Francia una nueva manifestación pictórica conocida como arte naif o “ingenuo”, alejado de convencionalismos y caracterizado por la simplicidad de sus formas, dejándose llevar por el imaginario. Es una corriente caracterizada por la búsqueda de la candidez y la ingenuidad; por la espontaneidad, el autodidactismo de los artistas, los colores brillantes y antinaturalistas.Tal vez fue lo que avisoró en Pontevedra el pintor Antón Sobral en Sandra Guerra Bianchini, pintora autodidacta nacida en La Habana, cuando esta, luego de graduarse de la Escuela Taller Gaspar Melchor de la localidad cubana de Jovellanos, viaja a Galicia, en un intercambio cultural para estudiar en la Escola de Canteiros de Poio. Fue él quien le enseñó el estilo naif, del cual se enamoró al instante y en el que se ha ido desarrollando desde que tenía 23 años.
En entrevista concedida a esta revista, Sandra nos comenta que la inspiración la encuentra en todo el mundo fenoménico: “Me inspiro mucho en la naturaleza, en los árboles, las flores y toda la magia de los bosques. Las ciudades también me inspiran; pero desde la arquitectura, como algo más estructural en mis cuadros”.
El uso de colores vivos tan propio de los que vivimos en estos lares caribeños, como el azul de los mares, están presentes en su obra. “El color lo uso como lenguaje emocional y transmisor de frecuencias energéticas, más que como técnica académica. Puedo hacer cielos verdes y árboles azules, que en la academia podría sonar ilógico. Yo uso el color de manera libre. Según voy sintiendo el ambiente de lo que quiero transmitir”.
En la Escuela Taller, descubrió también su pasión por la escultura y la piedra, y por la docencia. “Aprendí mucho de mis alumnos y eso reforzó la confianza en mí misma. Y de allí salieron verdaderos amigos que aún conservo”.
El amor está presente en su obra, como bien ella nos dice, sin amor no podría crear. “Es algo de lo cual me nutro. Algo orgánico. En mi trabajo plasmo no solo el amor sino el misterio y la inocencia pura de las cosas.
Como si fuera un lenguaje inconsciente y directo. Sin tantos adornos. Capto la esencia de lo que veo y así tal cual la plasmo. ¿Por qué?, porque así me fluye la energía creativa”.¿Cómo se define Sandra? “Me describiría como alguien soñador y amante de la armonía pura. Ando siempre evolucionando y la belleza estética me gusta mucho. No suelo describirme como artista. Simplemente me gusta crear. Es una necesidad para mí. No lo hago para alcanzar ningún objetivo en particular.
Solo lo disfruto como cuando disfrutas la belleza del mar o de las flores. Así de sencillo”.
Planes venideros, tiene muchos y todos plagados de colores: “Tengo muchos planes futuros. Yo digo que quiero pintar el mundo de colores y crear puentes de arcoíris entre las naciones. Y mi arte es un puente para esto. Es la herramienta que me permite hacerlo. Quiero expandirme a muchos formatos. Quiero experimentar en la pintura mural. Llevar el arte a las calles. Sueño con pintar los edificios y así y así. Colorear el mundo mundano. El mundo espiritual y natural ya está pleno de colores”.
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Sandra Guerra Bianchini
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Sandra G Bianchini