Uno de los enclaves más famosos del país es la comunidad donde se levantó desde el siglo XVII el devenido luego Santuario principal a Nuestra Señora de la Caridad del Cobre, la patrona de los creyentes católicos de la nación, que se encuentra en las cercanías de la ciudad de Santiago de Cuba, en la provincia del mismo nombre, sobre el llamado Cerro Cardenillo, en las estribaciones de la Sierra Maestra.
Sitio de peregrinación de miles de cubanos y de veneración rendida a la santa, coronada por el Vaticano como patrona, al ser una de las advocaciones de la sagrada virgen María, nuestros connacionales suelen tratarla de tú, mimarla, arrodillarse ante ella, hacerle promesas decisivas con gran fe, y hasta le cantan guarachas y no solo cantos sacros y bailan salsa pensando en ella. Por eso nunca ha sido irrespeto llamarla Cachita, usando el diminutivo popular del nombre Caridad por estos lares.
También los independentistas la llamaron con orgullo La Virgen Mambisa, pues los acompañó en el fervor de la lucha anticolonialista en muchos frentes de batalla durante el siglo XIX.
En los cultos afrocubanos se la identifica como Ochún, dueña de especiales atributos de la idiosincrasia nacional.
Pero desde siempre las Minas del Cobre de Santiago del Prado –primer nombre- estuvieron ligadas a la historia de Cuba y los esclavos que trabajaron, en ella en condiciones onerosas, fueron los primeros del país en ganarse el derecho a la libertad, debido a un Edicto Real dictado en 1801 por la metrópoli, gracias a las incesantes luchas y rebeliones que protagonizaron aquellos infelices explotados de manera salvaje.
Desde 1997 se levanta allí también el Monumento al Cimarrón, obra del renombrado artista santiaguero Alberto Lescay. Con esa práctica de rebeldía, para alcanzar la libertad, muchos hombres escaparon del yugo y se establecieron en palenques situados en remotos parajes, inaccesibles a los amos. Otros fueron mártires en el intento.