En la carretera que une al poblado de Punta Brava y la playa de Santa Fe, en el oeste de la capital cubana, se encuentran las ruinas de lo que otrora fue el Ingenio Taoro, fábrica de azúcar escenario de la penosa vida de los esclavos negros traídos a la isla desde África por los colonizadores españoles en los siglos XVI al XIX para enriquecerse a costa del trabajo de esos hombres y mujeres, muchos de los cuales perdieron su vida bajo el yugo colonial.De ese ingenio, cuyo nombre proviene de la lengua Lucumi y significa riqueza y opulencia, solo quedan ruinas, declaradas en 1981 monumento local. En 1886 fue escenario del combate librado por el General Antonio Maceo contra el ejército español, que destruyo de forma parcial sus edificaciones al ser incendiadas por las tropas mambisas (ejército libertador cubano).
El ingenio fue construido entre 1857 y 1860 y se ajusta a los patrones constructivos en instalaciones de su tipo; sobresale la torre del campanario, que junto con las ruinas situadas al suroeste del mismo forman un paisaje armónico y muy bien definido.
La casa principal, también en ruinas, dispone de un portal de anchas columnas y piso de losa española. Fue construido a principios del siglo XIX y colinda con la cochera, la cocina, las habitaciones de la servidumbre y el gran barracón.
Los barracones de los esclavos datan de la década de 1850 y se conservan parcialmente, aunque algunos se encuentran bastante deteriorados. Se conformaban con muros de piedra, con una ventilación mínima a través de una ventana pequeña con marco de madera y barrotes de hierros.El sistema arquitectónico espacial contó dentro de sus elementos, con una planta alargada, de volumen prismático, que ocupaba el centro del batey (caserío), con luces e intercolumnios bastante amplios para el traslado de materia prima y el movimiento de la boyada, que debió ser parte de la casa ingenio, del molino o del trapiche.
La casa de caldera se encuentra cerca de la del trapiche y a veces formando un sólo edificio con esta, aparece con su eje longitudinal en la dirección norte sur, con el objetivo de atenuar el intenso calor que despedía la labor que allí se realizaba.
La casa de purga que se caracterizaba por ser cerrada para impedir la entrada de aire y mantener la humedad es otro de los inmuebles importantes para el proceso productivo del azúcar.
Se calcula que la dotación de esclavos del Taoro era grande, más de 100, pues los barracones de esclavos que quedan son varios y se sabe que los campos de caña eran bastante extensos.
En definitiva, quien visite este lugar podrá tener una idea de las vicisitudes que pasaron los esclavos entonces, por las características de las construcciones que aún se pueden ver allí y que han quedado como legado de la huella dejada por la colonización y la esclavitud que sufrieron los pobladores de entonces en la mayor de las Antillas.