Tal vez pareciera ser la obra de un fauno o un güije todopoderoso del monte, entes fantásticos, pero son la creación de millones de años de procesos naturales, en medios de origen marino, de acuerdo con los científicos.
Hablamos de Los Monitongos, apelativo que es una suerte de remedo de la expresión “los monigotes” o algo parecido, pues son las figuras caprichosas que se cree ver al contemplarlos y conste que los hay en formas muy variadas.
Desde 1991 tienen la condición de Monumento Nacional y son cerros o formaciones geomorfológicas situadas principalmente en el extremo oriental de la Sierra Maestra, en áreas de la provincia de Guantánamo.
Algunas claves para toparse con ellos es decir que aparecen a unos 27 kilómetros de la carretera de Caimanera, en el municipio del mismo nombre.
También sugiriéndoles que busquen el municipio de esa provincia llamado Niceto Pérez.
Con alturas que pueden llegar hasta los 180 metros, sus caprichosas formas remiten a evocar el influjo de seres inteligentes en su origen, pues sí que son extrañas esas “esculturas” recortadas en la lontananza del horizonte.
Ello revela cuan sorprendente y fascinante se suela mostrar Madre Natura en este archipiélago antillano, tierra de belleza muy sobresaliente.
Los originales Monitongos además despiertan admiración por lo bien dotados que están en cuanto a reservorios de flora y fauna, de un endemismo relativo alto, unido a los sedimentos antiguos que lo forman, compactados y procesados por el tiempo y los elementos.
Las impactantes configuraciones y prominencias de esos cerros y peñascos a veces muy abruptos, suelen dar la impresión de que están a punto de cobrar vida y entrar en movimiento. Algo que agrada mucho al observador, que bien disfruta de ese efecto lúdico imaginativo.
De modo que se creerá ver sombreros de hongo y otros objetos más como achatadas cúpulas redondeadas, tortas, ídolos primitivos, tortugas y locomotoras de un tren.
La riqueza de la vegetación muestra especies como los agaves y numerosos géneros de cactus y melocactus, desarrollados en forma de anillos, propios de una floresta xerofítica.
Sin embargo en la superficie de su valle el suelo carbonatado propicia la existencia de un bosque verde siempre micrófito, bastante conservado, con alrededor de 40 especies de plantas en su mayoría autóctonas.
Aves, reptiles, la jutía cubana, venados y otros mamíferos, forman la fauna de esos bosques, muchos de los cuales se refugian en cuevas y oquedades misteriosas, como las de los cuentos y leyendas.
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