Una magnificente y señorial mansión acoge, en lo más céntrico de la barriada de El Vedado en La Habana, al Museo Nacional de Artes Decorativas, con el lustre y el brillo del pasado universal que nutrió las raíces de nuestra cultura, junto a otros importantes afluentes.
Se trata de una edificación en la que viviera una dama de alcurnia de la antigua burguesía capitalina, en la primera mitad del siglo XX, diseñada por los arquitectos franceses Virad y Dastugue, en la que resaltan los acogedores jardines que la flanquean embellecidos por estatuas de corte clásico.
Su valioso caudal artístico alcanza el volumen de 33 000 piezas, sumadas las que se encuentran en exhibición en sus salones suntuosos y los que atesoran sus almacenes. Entre estos tesoros están los que reflejan el arte, en mobiliario, cuadros, vajillas y decorados de los reinados de Luis XV, Luis XVI y Napoleón II, así como objetos de culturas orientales, fechados desde los siglos XVI a XXI.
La planta baja que da acceso al Museo especializado tiene un magnífico vestíbulo y un gran salón, ambos muy suntuosos, decorados con muebles y aditamentos de tres grandes estilos franceses: el Rococó, el de Regencia y el de Transición, organizados con una exquisitez y un tecnicismo que despierta admiración.
Tras la magnífica bienvenida de los bajos, pasar a la planta alta aumenta el regocijo de los amantes de la belleza, pues cuenta con ocho salones realmente majestuosos e históricos.
Amigos, sería imposible describir aquí el mundo fascinante que ofrece a la vista Artes Decorativas, como también llaman a esta institución sus múltiples admiradores y amigos, que son muchos en la gran ciudad. También es sede de variadas actividades artísticas y culturales muy renombradas en la urbe. Con servicios de visitas con guías y la atención especializada a consultas, dispone de una biblioteca muy concurrida como sede de charlas y conciertos.