Es un sitio paradisíaco que se puede visitar para el disfrute más integral. Los que prefieran los baños de mar en los litorales cubanos estarán encantados y los que amen la hermosura de la vida silvestre, con su verdor, su floresta y fauna biodiversa, también.
Les presentamos aquí, a vuelo de pájaro, al Parque Nacional Marino Punta Francés y a la hermosa playa del mismo nombre que está dentro del perímetro de ese ecosistema, perteneciente a la Isla de la Juventud, en el municipio especial ubicado al sur de La Habana.
Como Parque fue instituido en 1978, en áreas del extremo suroriental de la pequeña isla, también nacida con la categoría de municipio en esa fecha.
A unos 22 kilómetros del pintoresco pobladito marinero de Cocodrilo y a 122 kilómetros de la ciudad de Gerona, tiene una extensión de 6 079 ha, de las cuales más de 4 300 están en el mar.
Hay vestigios arqueológicos que atestiguan haber sido una zona donde vivieron los primeros habitantes de Cuba, aborígenes taínos.
También fue escenario de intempestivos desembarcos de numerosos corsarios y piratas que antaño buscaron refugio en los solitarios parajes donde obtenían resguardo y alimento.
Esos sucesos ocurrieron entre los siglos XVII y XIX y fueron tan reiterados y tremebundos que dieron lugar a una rica toponimia por aquellos lares. Así, uno de sus extremos se llamó Punta Francés, debido a incursiones del lobo de mar galo Francois Leclerc, quien fuera el primer pata de palo recordado aquí, en ese gremio de truhanes.
Otro punto, llamado Pedernales evoca a una roca bastante extraña usada para lastre para las embarcaciones y como bala de cañones.
Cuentan que hacia los años 70 del pasado siglo, muchos expertos en investigaciones marinas y deportes subacuáticos comenzaron a hacer inmersiones en aquella extraordinaria plataforma marina, motivados por su exuberancia y sus dones naturales.
Son impresionantes sus variadas playas, que junto al colorido de la vida sumergida en los fondos, ofrecen visualizaciones y no solo en materia de paisajes que te dejan sin aliento por su hermosura.
Los arrecifes coralinos han pervivido con bastante buena salud, y a ellos se asocia una amplia variedad de flora y fauna: algas, anélidos, anémonas, esponjas, moluscos, peces, crustáceos y corales blandos.
En tales jardines hay condiciones muy buenas para la práctica del snorkeling, bajo las normativas encaminadas a proteger el medio ambiente.
La década de los 80 del siglo XX marcó una etapa de realización de múltiples eventos internacionales de fotografía subacuatica, y más tarde se pasó a campeonatos mundiales (1994) y de búsqueda de tesoros (1996).
Aunque sea un área marítima por excelencia, la fronda terrestre es profunda y alberga a las más bellas aves autóctonas del país, como el tocororo, la especie nacional, el cabrerito y las famosas cotorras, todas protegidas.
El Parque, en su parte terrestre, dispone de una llanura calcárea donde aparecen numerosas cuevas con aguas en su interior habitada por unos curiosos camarones ciegos.
El litoral se defiende en parte con farallones costeros, galerías por donde entra el mar dando lugar a secretas playas subterráneas... La maravillosa playa nombrada Punta Francés, con sus 3 km aproximados de extensión, dispone de anchas dunas de arena blanca y fina, ideales para la nidificación de tortugas marinas, entre ellas, la verde cubana. Pero cuidado, es una especie protegida y sus procesos vitales están muy bien resguardados por autoridades y especialistas.
Disfrutar solo mirando es algo que hay que aprender a hacer al respecto.