Los refranes son algo muy arraigado en Cuba. Al menos esta periodista y todos los de mi generación crecimos escuchándolos de nuestros padres y abuelos. Cuando había algún suceso que para ellos era importante como enseñanza siempre acudían a los refranes. Es por ello que creo vale la pena volver sobre el tema.
Aunque no se sabe con exactitud, se calcula que existen en la lengua castellana unos cien mil refranes. Se imagina usted. Imposible recordarlos todos. Pero si hay muchos que se escuchan en numerosas ocasiones, por ejemplo: No hay mal que por bien no venga; Dime con quién andas y te diré quién eres; Quien mal anda, mal acaba.
El amor entra por la cocina; Al pan, pan y al vino, vino; Nunca es tarde si la dicha es buena, Árbol que nace torcido jamás su tronco endereza; Barriga llena, corazón contento; Agua que no has de beber, déjala correr, son otros refranes éntrelos más populares.
Según se conoce, los refranes pueden clasificarse en dos grupos: descriptivos, relacionados con la observación, experiencia y razonamiento inductivo sin juicios de valor y los prescriptivos, que transmiten una enseñanza moral u ordenan un comportamiento social. Abarcan numerosas temáticas de la vida como el amor, la amistad, el trabajo, las buenas costumbres y las malas también, las condiciones de vida, la gastronomía, en fin muchos más pero, eso sí, todos encierran siempre una gran enseñanza.
Así que le recomiendo escuchar estos dos últimos refranes que le recuerdo para que evite situaciones difíciles y es que El diablo sabe más por viejo que por diablo y Quien no oye consejos no llega a viejo. Sobran las palabras.