La Villa de Soroa, situada en la Reserva de la Biosfera Sierra del Rosario, debe su nombre al apellido de una familia de inmigrantes vascos asentada otrora en esos predios o al sustantivo soroche, suerte de sofocación o malestar propio de las alturas.
Una vez allí, guías especializados convidan a paseos a caballo, caminatas; a disfrutar de baños minero-medicinales y a la observación de aves, abundantes en la zona.
Dos miradores acogen a los recién llegados en un sitio típicamente cubano, rodeado por vegetación exuberante.
Una de las terrazas naturales es conocida como El Mogote y se alza 375 metros sobre el nivel del mar, mientras que el Castillito de las nubes regala panorámicas del poblado de Candelaria, en la falda de las montañas.
Igualmente preferido resulta el itinerario por las márgenes del río Manantiales, emblemático de la región, famoso por su biodiversidad.
El ascenso por una escalera de 280 peldaños permite admirar una cascada de 22 metros de altura, desde donde las aguas se precipitan hasta reposar en la legendaria Poza del amor, muy frecuentada por románticos y parejas de enamorados.
La descomposición de la luz en el salto durante ciertos momentos del día, le confirieron el calificativo de arcoíris de Cuba al peculiar escenario, 70 kilómetros al oeste de La Habana.
Unos 10 000 viajeros extranjeros llegaron al paraje durante los primeros cuatro meses de 2012, cifra que revela un comportamiento favorable para la etapa, aseveró a Cubaplus Ana Puerto, comercial del complejo, el cual ofrece alojamiento y excursiones por la pintoresca localidad.
Con propuestas de excursión al vecino Orquideario de Soroa, de renombre internacional, hasta cayo Levisa, islilla perteneciente al norteño archipiélago de Los Colorados, y a la comunidad rural de Las Terrazas, el parque devino opción predilecta del ecoturismo en el occidente del país, sentenció la experta.
Viaje al paraíso de las orquídeasSoroa abriga al mayor orquideario cubano, un jardín erigido en 1943 y en el cual crecen actualmente más de 500 especies de la abundante familia, identificada entre muchas por su curioso pétalo modificado.
A cielo abierto o bajo finas mantas, es posible apreciar la diversidad de formas y tonalidades que distinguen a la llamada Dama del reino vegetal.
Sinuosos caminos empedrados guían a los amantes de las orquídeas por el vergel, el cual cobija ejemplares nativos y exóticos, que lograron sobrevivir tras los embates de recientes huracanes.
El recinto expositivo construido por el acaudalado español Tomás Felipe Camacho reproduce in vitro variedades amenazadas por efectos naturales y antrópicos, para ser devueltas luego en cantidades superiores a su medio natural.
Una colección de acuarelas inspiradas en las cautivadoras plantas engalana ese sitio, con una historia de horticultura de siete décadas.
Las Terrazas, estampa de los campos cubanosAbrazada a la cordillera de Guaniguanico, la cercana comunidad de Las Terrazas, añade atractivos a la ruta del turismo local.
Sus viviendas de diseño homogéneo, el lago apacible por donde navegan en bote pequeños y adultos, el restaurante vegetariano El Romero y las cercanas ruinas de antiguos cafetales franceses, las convierten en un destino ideal para quienes disfrutan de la historia y la naturaleza.
Entre las casitas del entorno sobresale el museo Polo Montañez, músico autodidacta bautizado como el Guajiro Natural, ganador de un disco de oro y otro de platino con su primer CD.
En la sala expositiva perviven su guitarra, el sombrero blanco y otros recuerdos del bardo, fallecido en 2002 víctima de un accidente automovilístico.
Muy excitante resulta el paseo aéreo suspendido de cuerdas, desde el único cánopi de Cuba.
En el entorno, la fábrica de tabacos El Vizcaíno permite apreciar el arte de torcer los puros y la comunidad campesina de El Brujito devela tradiciones agrícolas como el uso del arado americano y la carreta tirada por bueyes, destellos o pinceladas de la Isla desde el arcoíris cubano.